El raro arte de escuchar.

ESCUCHA: SONARÁS MAS INTELIGENTE.

Un resumen de un capítulo del libro de Richard Branson "El estilo virgin".

Cuando era niño, mis padres nunca me dejaron ver televisión. Recuerdo muy bien una ocasión en que mamá apagó el televisor y declaró que esa sería "la muerte de la conversación", lo cual provocó una discusión de veinte minutos con su hijo hambriento de televisión. Al final, cuando ya no había nada más que añadir, mamá no resistió las ganas de decir la última palabra y remató: "¿Ves? Si hubieras estado viendo televisión no habríamos tenido la oportunidad de disfrutar de esta interesante discusión".

E-S-C-U-CH-A-R.

Una de las pocas cosas que recuerdo de mis clases de inglés en el colegio fue cuando un profesor nos dijo que si uno quiere formar un anagrama con las letras de la palabra listen obtiene la palabra silent. Yo era un fanático ferviente del Scrabble y, como ese día estaba más atento a la clase que de costumbre, con cierta precocidad les hice notar que con esas palabras se podía formar la palabra enlist . Esta revelación nos condujo a una discusión en clase, que obviamente se me grabó: si todos podíamos "conseguir" la proeza de quedarnos "callados" para poder "escuchar", lograríamos de un solo golpe y sacar mayor provecho del tiempo que pasábamos en el colegio.

En esa época adquirí un hábito que ya no abandonaría jamás: anotar en un cuaderno de tapa dura mis pensamientos, observaciones o cualquier cosa interesante que alguien dijera o hiciera.

En los cuarenta y tantos años que llevo en el mundo de los negocios, esos cientos de cuadernos me han servido muchísimo. Escuchar es una habilidad maravillosa, pero como el cerebro humano promedio tiende a almacenar un pequeño porcentaje de lo que, en el momento, pueden parecer frases e ideas insignificantes, esos cuadernos sirven para llenar vacíos de mi memoria. Así, pues, adquirir el hábito de tomar notas es una capacidad que se complementa de maravilla con el arte de escuchar.

Por desgracia, en lo que respecta a las habilidades de liderazgo, el arte de escuchar es el que carga con el muerto. Parece una actitud tan pasiva que mucha gente la considera, equivocadamente, como una debilidad y dice cosas como "¿Viste que Harry prácticamente no dijo una palabra en la reunión?. Esta opinión suele basarse en la tendencia histórica a percibir una asociación entre los grandes líderes y los grandes oradores, detentadores del poder. Como decía, Winston Churchill era famoso por su capacidad para escuchar atentamente a su interlocutor; conocemos su opinión sobre la importancia de escuchar a través de otra de sus frases célebres " Se requiere coraje para levantarse y hablar; también se requiere coraje para sentarse y escuchar".

ESCUCHAR NO ES LO MISMO QUE OÍR.

Un indicio infalible de que alguien no nos está prestando la menor atención es cuando repite la molesta frase "te oigo, te oigo". Por desgracia, oír no es lo mismo que escuchar.

Esta lección me ha resultado de gran utilidad en mi vida adulta, como hombre de negocios. También he descubierto que, además de escuchar lo que dice la gente, mi cuaderno es una de las herramientas más poderosas que guardo en mi maletín de trucos empresariales. Una situación típica es cuando alguien me dice algo como "Bueno, Richard, según recuerdo de la última vez que hablamos en marzo, quedamos en enviarte un borrador de propuesta a finales de abril". Mi interlocutor queda totalmente desconcertado cuando yo le respondo: " Pues no, según mis notas sobre nuestra última conversación, a las 3:15 de la tarde del 7 de febrero, tú me prometiste enviar todo el plan de negocios a más tardar el 31 de marzo".

HABLE MENOS, CONTRIBUYA MÁS.

Nelson Mandela fue un hombre de innumerables talentos y uno de lo que más me ha impresionado en su inalterable voluntad de escuchar a los demás. Incluso durante su largo cautiverio se tomaba el tiempo para escuchar lo que sus carceleros opinaban sobre la vida, a tal punto que ellos fueron las primeras personas que perdonó públicamente cuando fue liberado. En las oportunidades que tuve de conversar con Madiba, me maravilló su capacidad para hacerle sentir a su interlocutor que era la única persona, la más importante, en la habitación, gracias a su deseo de escuchar lo que iba a decir y, por supuesto, a su intención de actuar guiado por sus creencias.